50 años buscando nuevas perspectivas
¿Ves un pequeño punto luminoso bajo los anillos de Saturno? Es la Tierra. La imagen fue tomada por la sonda Cassini (NASA) a 1440 millones de kilómetros de distancia de nuestro planeta. Ese es el lugar que ocupamos en el universo.
En esta exposición te proponemos un cambio de perspectiva: la que ofrece la investigación del cosmos y la exploración espacial.


Vivimos en la atmósfera del Sol
La atmósfera del Sol, que parece una bola de plasma, se extiende millones de kilómetros y emite un viento solar de partículas de alta velocidad. Este viento puede ser calmado o violento, con ráfagas que alcanzan hasta un millón de km/h. Nuestro planeta está protegido por su campo magnético y forma parte de este clima espacial.


Bebes agua extraterrestre
Hace unos 3800 millones de años, la Tierra sufrió un intenso bombardeo de asteroides y cometas. Estos cuerpos del Sistema Solar contienen agua helada y materiales orgánicos que podrían haber sido aportados a nuestro joven planeta. ¿Significa esto que la vida vino del espacio? No, pero es muy probable que parte del agua que bebes tenga origen extraterrestre. ¡Salud!


Bajo el cielo protector
Si estás leyendo esto es porque, entre otras cosas, existe una finísima capa de gases sobre tu cabeza. Esta delicada, dinámica y compleja ‘piel’ que envuelve al planeta nos protege de la dañina radiación de altas energías, de los esterilizantes rayos cósmicos y del enorme número de meteoros que caen diariamente… además de proveernos de oxígeno respirable, claro.


Un cielo de escombros
Cada día caen toneladas de escombros sobre la Tierra. La mayoría son de origen natural: partículas de polvo y rocas procedentes de asteroides, cometas o incluso de planetas. Pero con más frecuencia se suman restos de objetos artificiales, como satélites y cohetes. Una constante lluvia de basura, consecuencia de un cielo cada vez más superpoblado. Piénsalo antes de pedir un deseo a una estrella fugaz.


La nueva de la clase
Al cambio climático, la deforestación, la escasez de agua o la extinción de especies se une la “nueva” de la clase: la contaminación lumínica. Un problema ambiental del que cada vez somos más conscientes, por su impacto en los ecosistemas, en nuestra salud… y por su capacidad para devorar cielos estrellados. No se trata de no iluminar, sino de hacerlo con responsabilidad.


¿Visiones del futuro?
Marte y Venus son planetas rocosos, similares a la Tierra en tamaño y distancia al Sol. Ahí terminan los parecidos. Marte es un desierto helado con una atmósfera muy tenue; Venus, un horno tóxico con un efecto invernadero desatado. Sabemos que en el pasado pudieron tener agua líquida o climas más suaves. ¿Qué les ocurrió? ¿Podría pasarle también a la Tierra?


Sueño lunar
En 1972, David Bowie, transmutado en un alienígena llamado Ziggy Stardust, publica una canción en la que parece invitarnos a buscar vida en las lunas del Sistema Solar. Como Titán, que presenta condiciones parecidas a la Tierra primitiva; o Europa y Encélado, que parecen ocultar océanos bajo su superficie. Quizá los “extraterrestres” sean algo más que una ensoñación lunar.


Un anillo para unirlos a todos
La sorpresa llegó hace unos años: Saturno y los demás gigantes gaseosos ya no eran los únicos objetos con anillos en el Sistema Solar. El primero fue Cariclo, un asteroide de apenas 250 km; después, Haumea, un planeta enano más allá de Neptuno. Hoy sabemos que los anillos son más comunes de lo que pensábamos, pero ¿cómo se originan y logran mantenerse en cuerpos tan pequeños y dinámicos? El Sistema Solar sigue desafiándonos.


Bellos cadáveres estelares
La mayoría de los elementos químicos que te rodean —incluidos todos los de tu cuerpo— se formaron en el interior de estrellas ya muertas. Tus pensamientos son el resultado de la actividad química de materia estelar, así que tienes dos opciones: pensar que eres “polvo de estrellas”… o un bello cadáver estelar autoconsciente.


Terremotos estelares
No todas las estrellas brillan en el cielo tan apaciblemente como parece. Algunas varían su luminosidad de forma periódica, a veces en tan solo horas o días. Esto se debe a ondas de presión y de gravedad internas que provocan auténticos terremotos estelares en su superficie. El estudio de estas pulsaciones nos permite acceder a un conocimiento antes impensable: el interior estelar.


Si parpadeas, te lo pierdes
Si te gustan las explosiones, el universo es lo tuyo. Las hay de todas las escalas: novas, supernovas, kilonovas, hipernovas… y estallidos de rayos gamma, que en centésimas de segundo liberan la energía de más de mil soles. La mayoría se producen en la muerte de estrellas masivas o en la fusión de estrellas de neutrones, y son esenciales para crear elementos como el oro o el platino… quizá por eso valen tanto.


El vecindario crece
Si tienes más de cincuenta años, pasaste buena parte de tu vida orbitando la única estrella con planetas. Hoy ya hemos descubierto más de 6000 exoplanetas, con una diversidad extraordinaria. Eso sí, tengas la edad que tengas, solo hay un planeta con vida confirmado. Quizá eso también cambie para las próximas generaciones.


De un grano de polvo
Desde el cometa más lejano hasta el planeta más gigante. En el universo, todo cuerpo sólido, incluido el suelo que pisas, comienza con un insignificante grano de polvo flotando en el espacio. El polvo no solo es clave en la formación de nuevas estrellas y planetas, sino que en su superficie se inician procesos fundamentales para la complejidad química del universo.


Un hogar a las afueras
Habitamos a más de 26 000 años luz del bullicioso centro galáctico. Allí, como en cualquier megalópolis, viviríamos bajo una densa cortina de gas y polvo, compartiendo espacio con diez millones de estrellas vecinas, girando frenéticamente —algunas a miles de kilómetros por segundo— en torno a un invisible y compacto objeto central: el agujero negro Sgr A. En definitiva, se vive más tranquilamente a las afueras.


Manual de instrucciones para construir una galaxia
Una galaxia es un teatro donde no dejan de ocurrir cosas. Casi todo lo que acontece en el universo ocurre en una galaxia. En este teatro galáctico te perderás cosas con solo parpadear y morirás muchas veces antes de ver cambiar otras. Una galaxia nace, se construye, evoluciona, interacciona con su entorno y, seguramente, viva hasta el final de los tiempos.


A solas o en compañía
Aunque pueda parecer lo contrario, una galaxia suele llevar una vida social agitada. En sus relaciones hay de todo: aproximaciones, colisiones, fusiones, interacciones en grupo e incluso canibalismo galáctico. Pero también existen galaxias aisladas, con una vida aparentemente aburrida y solitaria. Estas resultan clave para comprender qué parte de la historia de una galaxia se debe a influencia externa y cuál a su naturaleza intrínseca.


Oscuridad que brilla
Desde 1960 se conocen galaxias que son especialmente activas y cuya energía —superior a la procedente de todas sus estrellas— se concentra en su núcleo. Su misterio se resolvió cuando se descubrió que todas ellas albergan un agujero negro supermasivo central capaz de devorar material a gran velocidad. Hoy, estudiar las galaxias activas (AGNs) es clave para entender el origen y la evolución de las galaxias. A veces, la oscuridad te hace brillar.


El límite de la naturaleza
Esto es un agujero negro. Un lugar donde nuestra física pierde validez. Donde el tiempo y el espacio se retuercen hasta lo inimaginable. Una región desconectada. Una frontera que solo se cruza una vez. El borde invisible de un abismo. El acantilado de la locura y la madriguera de Alicia. Una pared de Truman. Un horizonte de la naturaleza. O eso creemos… al menos, por ahora.


Bajo una lluvia extrema
Si haces yoga mirando a las estrellas, debes saber que, de no existir la atmósfera, serías lentamente arrasado por una lluvia de partículas cargadas de altísima energía —los rayos cósmicos— y por más radiación gamma de la que podría soportar Hulk. Y es que el cosmos no es el remanso de paz que imaginas. Afortunadamente, no solo existe la atmósfera, sino también la curiosidad por entender cómo funciona el llamado universo extremo.


Más allá, dragones
Centrada en ti se extiende una esfera de unos 46 000 millones de años-luz de radio que contiene todo el universo observable. En ella, infinidad de galaxias se entrelazan en una red cósmica de filamentos que rodean inmensos vacíos. Es la estructura a gran escala del cosmos, el mapa más grande que puedas imaginar. Más allá… dragones.


Historia de todo
Fíjate en ese punto apenas visible. Es Earendel, la estrella más lejana y antigua jamás observada. Nació tan solo 900 millones de años después del Big Bang. En astrofísica nos gusta contar la historia desde el auténtico principio. Gracias a la velocidad finita de la luz, cuanto más lejos observamos, más atrás en el tiempo viajamos. Un telescopio es una máquina del tiempo capaz de narrar la mayor historia jamás contada: la del universo.


Todo es gravedad
Desde el brillo de las estrellas hasta la danza de las galaxias, desde la órbita de un planeta hasta la colisión de agujeros negros, la gravedad está detrás de todo lo que ocurre en el universo. Reformulada por Einstein en el siglo XX, no es la única fuerza maestra del teatro cósmico, pero sí la más influyente a gran escala. Conocer la gravedad es conocer el universo.


Eres materia exótica
Observa atentamente esta imagen. Abarca un pequeñísimo fragmento de cielo y, sin embargo, muestra cerca de 10 000 galaxias. Aun así, solo vemos un 5 % de lo que realmente contiene. El 95 % restante es materia y energía oscuras, los componentes mayoritarios del cosmos, de una naturaleza aún desconocida, pero muy distinta a la de las galaxias, las estrellas, los planetas… o la tuya. Sí, eres el bicho raro del universo.


Un simple gesto
En 1609, un italiano realizó un pequeño gesto que cambiaría a la humanidad para siempre. Cuando Galileo levantó un tubo con dos lentes hacia el cielo, inició un progresivo destronamiento del ser humano, que pasó de ocupar el centro del universo a convertirse en materia exótica dentro del cosmos. Desde entonces, hemos construido telescopios cada vez más grandes y sensibles, en todas las frecuencias, en tierra y en el espacio, haciendo posible lo inimaginable con un simple gesto: mirar al cielo.

